Cada año el número de dispositivos que están activamente conectados a Internet aumenta exponencialmente. Los dispositivos inteligentes IoT hoy en día ya están aumentando los índices de rendimiento de un gran número de fábricas e instalaciones alrededor del mundo, y en 2019 se espera que el crecimiento aun sea mayor gracias a las mejoras aplicadas mediante el edge computing. Para los que aun no lo conocen, edge computing es una tecnología que permite distribuir la carga de procesamiento y trasladarla cerca del punto final de la red, donde se recogen los datos.
Las competencias y capacidades de los dispositivos IoT han pasado de activar digitalmente activos físicos a automatizar y aumentar la forma en que los sensores actúan de forma autónoma. Con la incorporación de inteligencia a los sensores, pueden capturar, agregar analizar e interpretar datos desde el extremo de la aplicación, siendo capaces de tomar decisiones por si mismos basadas en la medición de datos en tiempo real.

Otro beneficio del edge computing es la posibilidad de crear redes de baja latencia entre los dispositivos y los puntos donde se realiza la analítica. Esta arquitectura reduce la cantidad de ancho de banda requerida comparada con la necesaria para enviar los datos hacia puntos centrales como dataloggers o clouds para su procesado.
Este tipo de enfoques y metodologías forman parte de la adaptación de tecnologías inteligentes emergentes como la inteligencia artificial o el blockchain, que serán analizadas en futuros artículos.
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